Me enamoré del Polo y de la Cultura Argentina

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Revista Caras
Me enamoré del Polo y de la cultura Argentina
FRANCK DUBARRY: UN FRANCES A LA USANZA CRIOLLA

Dubarry tiene 59 años, es un apasionado de los deportes y desde que conoció nuestro país, en 1993, se enamoró del polo. Juega en TechnoPolo, su club en General Rodríguez, donde levantará un desarrollo inmobiliario con cinco canchas y un gran hotel cinco estrellas.  

Deportista por excelencia, y en ese entonces exitoso emprendedor que años después revolucionó el mundo de la relojería con su marca TechnoMarine, Franck Dubarry (59) jamás se olvidará de esa cálida noche parisiense de julio del ‘90. Recién había llegado de Los Angeles, donde entre otras cosas practicaba surf, y compartía con amigos una noche de cena y boliche en la mítica disco –ya desaparecida– Les Bains Douches. “¿Qué es lo que te gusta del surf?”, le preguntó uno de los comensales. Y Franck respondió: “Que no tiene nada de mecánico, te contacta con la Natutaleza, estás en movimiento permanente y es pura adrenalina, equilibrio, velocidad y fuerza”. Su interlocutor lo escuchó con atención y le dijo: “¡Entonces deberías jugar al polo! Porque además de todo eso es un deporte de equipo, y el surf es individual…

Al día siguiente, Dubarry se quedó pensando No eran épocas aún de internet, pero gracias a un sistema precursor –Minitel– se puso a buscar la palabra polo.

Fueron meses y meses de búsqueda infructuosa, hasta que en octubre de ese año un amigo lo invitó a un castillo en Touraine para que conociera lo que es el polo. Fue la primera vez en mi vida que agarré un taco. No montaba muy bien, pero de chiquito algo había andado a caballo en la playa. Después de ese fin de semana empecé a ir a Bagatelle y me fui enamorando del polo. Y cuando conocí Buenos Aires terminé por enamorarme del polo y de la cultura argentina, confiesa en su casa del barrio Centauros, su bunker durante los tres o cuatro meses al año en los que vive en nuestro país.

La introducción sirve para entender por qué esa velada le cambió la vida a este francés nacido en el norte de Africa, criado en Marsella, padre de cuatro hijos y actualmente en pareja con su compatriota Celine Garouty (34). La adrenalina lo acompaña en todos los órdenes de la vida, tanto en su faceta empresa- rial, donde ahora es dueño de la marca de relojes Franck Dubarry, como en la deportiva, ya que ade- más de hacer surf, esquí, rugby, na- tación y polo, es cuarto Dan de karate y practica apnea, un deporte extremo en el que llega a resistir tres minutos y cinco segundos bajo el agua sin tanques de oxígeno. El deporte te da una manera diferente de pensar los problemas, te permite soportar mayor presión y luchar con la cabeza fría con el sólo objetivo de ganar, argumenta. Y reafirma que el polo está “entre los top tres” de sus disciplinas preferidas, sobre todo a partir de su primer viaje a Buenos Aires, allá por 1993. “Me compré mi primer caballo y me quedé en el Mayling en la casa de ‘Jimmy’ Dodero. Jugábamos juntos al polo y así descubrí esta calle de tierra en el kilómetro 7.5 de la Ruta 28,lo que hoy es la avenida Tanoira. Soñaba con tener una casa acá, y durante años seguí viniendo parando en el Hotel Alvear. Hasta que en el 2007 descubrí una caballeriza en Ellerstina, la de Peter Brant (73), y fue mi fuente de inspiración para construir mi casa. Compré la tierra en Centauros, busqué al mismo arquitecto, Hernán Elizalde, le hice un bosquejo de lo que quería por dentro y le pedí que usara los mismos materiales de la caballeriza: cobre, madera y ladrillo. Tiene un estilo de casa inglesa, aunque los espacios amplios interiores la hacen más americana”, reseña sobre su mansión en General Rodríguez.

Aferrado a su convicción de “no entender las cosas ni las relaciones sin profundidad, a Dubarry siempre le gusta analizar, conocer y entender los detalles de cada iniciativa que emprende. Y encontró en el polo un ambiente “en el que no hay clases sociales, porque “un empresario millonario como el australiano James Packer (53) termina tomando un mate con un petisero. La del polo es una cultura muy rica, ya que abarca también a la cultura del caballo”, sostiene. Reconoce a la familia Mac Donough como sus mejores amigos argentinos, sobre todo por la entrañable relación que tuvo con el recordado Jorge, padre del polista Pablo Mac Donough (38): “Con Pablo compartimos la yegua ‘Emo- cionada’, que compré en un remate en el 2006 y que terminó siendo elegida la mejor de Palermo en el Abierto del 2013”, comenta. Autor del libro “Birth of a Passion” (“El Nacimiento de una Pasión”), en el que habla sobre los orígenes del polo en Mongolia, Franck no se conforma en la Argentina con jugar al polo, organizar torneos o fundar el club TechnoPolo. Porque en ese predio de General Rodríguez, donde hoy sólo hay canchas, levantará un ambicioso desarrollo inmobiliario con 240 casas, 110 departamentos, cinco canchas de polo, caballerizas y un hotel cinco estrellas que se llamará “Cheval de Feu” (Caballo de Fuego).

Ya tengo terminado los planos y espero inaugurarlo para fines de 2023, lleva tiempo por el tema de los árboles.  Será una parte de mi destino”, finalizó. 

Medio: Revista Caras

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